Mensajeros y repartidores de comida en bicicleta de Madrid y Barcelona se rebelan contra su situación laboral. Sus empresas los consideran colaboradores autónomos, pero les hacen las facturas, mientras ellos se la juegan entre el tráfico, el estrés y las temperaturas extremas de la calle. Denuncian un nuevo modelo de empleo en el que ser “tu propio jefe” solo significa autoexplotarse.
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