sábado, 21 de julio de 2018

Las yemas de los dedos de tus manos

Moldeo un cuerpo incorrupto
saboreando la tinta negra de sus venas.
Las yemas
de los dedos
de mis manos
no saben cuándo parar de jugar con tu fuego.

La vida ha echado raíces en mi corazón
y en el jardín de mis ideas
empiezan a brotar las semillas
que ayer resbalaban por mis mejillas.

Tengo los pies en barbecho
esperando una señal que desconozco,
mi voz ya no calla lo que te pienso,
mis uñas ya no arañan lo que te imagino.

Eres valiente porque acaricias
la rosa de mi torso
sabiendo que debajo tengo espinas
que se alimentan de mis miedos.

Busco la claridad girando
mis ramas mientras que tú no dejas
de bailar mis inquietudes.

Retuerzo mi tallo buscándote
como un giraluz inconsciente
de que se está estrangulando por verte.

Mis orejas son dos signos de interrogación
y tu boca un punto que no sé cuándo poner.

Pero jamás aceptaré fuera del poema
que no necesito ningún sol

para crecer

si me despierto junto a ti
y me riegas con
las yemas
de los dedos
de tus manos.

Por Jim Flora.

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