Las mujeres consiguieron meter en la mochila las opresiones que sufrían para llevarlas a su lado de la barricada. Así sucedió cuando eran ellas las que, junto con sus hijos pequeños, encabezaban las manifestaciones para que la Policía armada no disparara contra los obreros. Además, crearon la figura de la "madrina", que era aquella mujer que se hacía pasar por la novia de un preso político al que cuidaba sin ser realmente su pareja; una ayuda que solamente ellas podían ofrecer.
Parece que el sindicalismo del siglo XXI se resiste a incluir, desde sus entrañas, la perspectiva de género que el movimiento feminista está llevando hasta límites inimaginables desde hace apenas unos años. De hecho, uno de los pilares fundamentales ligado a la tan necesaria educación es la revisión histórica ajustada a parámetros hasta ahora rechazados, sobre todo desde el enfoque masculino que ha sido el predominante a la hora de escribir la historia.
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