viernes, 6 de octubre de 2017

Página Suelta #9. Lo llamamos dictadura y sí lo es

(Respuesta al artículo de opinión 'Lo llaman dictadura y no lo es' publicado por Juan Cruz en El País el 21 de septiembre de 2017)

La dictadura gris de Franco está enterrada. Ahora vivimos otro tipo de dictámenes, principalmente el del capital, tan internacional que apenas ningún país se opone a él, como sí pasaba hace 40 años con el caudillo.

En tal maraña de acontecimientos políticos, reivindicaciones culturales e identitarias y sucesivas demostraciones de desagrado con la realidad que algunos se empeñan que vivamos, es normal que vuelva a resurgir el lenguaje de la dictadura. Hay presos políticos, condenas basadas en delitos de expresión, e incluso hemos conseguido superar a Orwell persiguiendo sin pudor ni miedo la ficción.

Hoy igual que antes nos siguen haciendo callar con pelotas de goma y la tortura continúa siendo real. Vivimos en una dictadura del capital, donde los jóvenes nos independizamos, de media, a los 29 años; donde miles y miles de estudiantes se ven obligados a abandonar sus estudios por no poder hacer frente a las tasas abusivas del Estado; donde se impone, precisamente cuando la lucha en la calle empezaba a ser mayoritaria (huelgas generales, Marchas de la Dignidad, Marea Verde, Blanca, Amarilla, Rodea el Congreso...) una Ley Mordaza condenada por la ONU.

Estoy seguro de que ya no dicta un militar, pero sí algo peor, algo que hace que la violencia que se ejerce no sea tan patente como lo era antes, aunque se siga ejerciendo. Nos dictan las empresas que despiden gente mientras los jefes se enriquecen aun teniendo millones de euros en ganancias; despiden a nuestras madres, nuestros padres, quedándose sin dónde ir. Nos quitan nuestras casas y hacen que la desesperación se apodere de nuestras vidas, llegando hasta a perderlas.

Nos obligan a irnos a otros países para buscar un futuro mejor y todavía se atreven a llamarlo "movilidad exterior", vemos cómo los sindicatos mayoritarios, enraizados en el régimen del 78, se ven envueltos en casos de corrupción en clara connivencia con los políticos que desprecian la clase trabajadora.

Asistimos al mayor resplandor de una mayoría aborrecida, aletargada, enclaustrada en viejos discursos que comparan el pasado con el presente, sin sentir qué opresiones vivimos actualmente. Y aún con eso, cuando nos rebelamos, cuando gritamos que estamos obligados a vivir una vida que no queremos, cuando competimos con el compañero por unas prácticas en las que nos pagarán 200 euros al mes, cuando no escribimos en las redes sociales lo que pensamos por miedo a que lo vean nuestros jefes, cuando sentimos la necesidad de explotar para intentar mejorar las cosas... viene alguien y nos dice que esto no es una dictadura.

Por todo esto y muchas cosas más lo llamamos dictadura. y aunque quizá no sea la misma forma de dictar, siguen siendo los mismos los que señalan y ejecutan. No permitamos que algunos se apropien de nuestra realidad, de nuestra ilusión, de nuestras reivindicaciones, ni tampoco dejemos de luchar porque antes nos daban diez latigazos y ahora solo nos dan siete. La dictadura gris está enterrada, lo peor de todo es que la dictadura del siglo XXI está tan clara que parece que nadie puede verla.

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