domingo, 26 de julio de 2020

La carencia de una definición pura del amor

Me siento culpable al escribir. Hacerlo supone un protocolo de introspección en el que salir indemne está descartado desde la primera premisa que me lleva a buscar en el interior. Compañero ideal de la duda, avanzar con ella, en ocasiones, significa no ir todo lo rápido que me gustaría. Y lo peor, tampoco lo más seguro. Nos levantamos y dormimos pensando en el tiempo, si es pronto o tarde, pero apenas nos paramos a reflexionar en el para qué, para quién. Siempre he pensado que solo existe una verdad absoluta que casi nunca podemos llegar a aceptar porque no la captamos como tal. Viciados por un pasado en el que se nos negó la palabra, el futuro proyectado se sustenta en añoranzas propagadas por personas impertérritas para lo que esconde nuestro corazón. Decía que me siento culpable mientras el tacto de esa culpa en mis manos, mis manos queridas, se configura como un pecado provincial, otro más. Una piedra nueva esculpe mi columna vertebral helada. Culpable.

Prefiero dejar el sacrificio para los dioses. La calidez y la calidad son dos versos parecidos que responden a una única mentira. Culpable. Encontrar la fe es el reducto de los desesperanzados con el mundo que piensan en la muerte como salvación de una vida plagada de ofensas recíprocas entre la primera y la tercera persona. ¿Culpable? Configurar el espacio tiempo de forma honesta conmigo mismo siempre se me dio mal. Me cuesta ver, cuando estoy solo, que las horas corren y los metros avanzan separándome de lo que fui, soy y quiero ser. ¡Culpable!

No achaco mis turbulencias al ímpetu de mis movimientos, sino a la carencia de una definición pura del amor, pues errar es de humanos al igual que la pureza es de honestos. Vivo rodeado de recuerdos que no se repetirán para engañarme, una vez más, y comerme gustoso las cenizas que calientan mis yemas al acertar con estas palabras. Claro, culpable.

Un día la simbología fue mi refugio. Intentar desentrañar lo que se escondía detrás de unos desacompasados mensajes hizo del sentimiento una causa. Culpable. La naturaleza amansa a las fieras. ¿Es eso lo que quiero? Estamos detrás del paisaje.

No existe corona sin espinas, pero las espinas, querido, siempre pueden tomar la forma de nuestros miedos desconocidos, como lo que somos. Ahora. Culpables.




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