El rótulo de Radio y Televisión de Andalucía (RTVA) visto desde el Guadalquivir. –Archivo. |
La independencia de criterio y la profesionalización máxima frente a las presiones de las mayorías y de los gobiernos de turno ha sido y es la dialéctica dominante en lo que respecta a las televisiones públicas autonómicas –que emplean a miles de periodistas y profesionales audiovisuales– además de una financiación suficiente de lo que se ha configurado como un servicio público.
En las diferentes corporaciones audiovisuales del país no se ha logrado, después de décadas de conflictos, la estabilidad del modelo ni un control profesional de la información. Las presiones de los Gobiernos que las financian están a la orden del día y los conflictos por los sesgos –y por la falta de rigor– saltan de cuando en cuando a los medios de comunicación.
En las diferentes corporaciones audiovisuales del país no se ha logrado, después de décadas de conflictos, la estabilidad del modelo ni un control profesional de la información. Las presiones de los Gobiernos que las financian están a la orden del día y los conflictos por los sesgos –y por la falta de rigor– saltan de cuando en cuando a los medios de comunicación.
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