Darío Fo, autor de la obra ‘Muerte accidental de un anarquista’. |
“El teatro desarrollaba dos aspectos muy importantes. Por un lado, hacía visible el proyecto anarquista, y lo hacía visible para todo el mundo, sin ningún tipo de distinción. Por otra parte, las obras se convertían en un vívido ejemplo de acción y solidaridad libertaria, pues sus autores eran grupos de aficionados con escasos medios que escribían sus propias obras y que en las funciones realizaban colectas dedicadas a ayudar a los presos o huelgas”, explica el propio Calero.
Sabían que los obreros, seguramente, no leían sesudos tratados de filosofía, pero también sabían que se podía llegar a ellos de otra forma y hacerles ver que el anarquismo no es una utopía, sino una realidad que pudieron llegar a comprender a través del teatro. Nació en la marginalidad, sin ningún tipo de ínfula a nivel comercial, y dirigido a un espectador muy concreto: el único sector de la sociedad que podía ver representada su realidad y aspiraciones por medio de estas obras.
Sabían que los obreros, seguramente, no leían sesudos tratados de filosofía, pero también sabían que se podía llegar a ellos de otra forma y hacerles ver que el anarquismo no es una utopía, sino una realidad que pudieron llegar a comprender a través del teatro. Nació en la marginalidad, sin ningún tipo de ínfula a nivel comercial, y dirigido a un espectador muy concreto: el único sector de la sociedad que podía ver representada su realidad y aspiraciones por medio de estas obras.
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