Resulta fácil hacer una exposición sobre las mujeres que han ganado alguna vez el Premio Nobel. Y resulta fácil porque no son muchas. En efecto, hace un siglo no eran muchas las personas del sexo femenino que se dedicaban a la investigación, pero la hegemonía de los varones a la hora de recibir los galardones no se ha revertido en los últimos tiempos; ahora que la mujer sí está integrada en el campo de la investigación científica (las mujeres ganan el 5,58% de premios: 845 hombres, 50 mujeres).
Resulta curioso leer en los paneles, pues cada premiada goza de dos de ellos para dar breves apuntes de su vida y esbozar algunos rasgos de su experiencia profesional, que algunas de ellas empezaron como ayudantes de sus maridos. Se demuestra así que, aunque la mujer pudiera llegar a estar al mismo nivel que cualquier hombre, dependía de que alguno de ellos le diera la oportunidad para demostrarlo. Y pienso, ¿cuántos avances y mejoras nos habremos perdido en la vida por relegar de esta forma a la mujer?
En definitiva, también me viene a la cabeza qué puedo hacer yo para aportar mi pequeña contribución. Y se me ocurre, que desde mi posición como periodista, debería trabajar algo más para encontrar fuentes autorizadas mujeres, que la mujer tenga más presencia en el espacio público, y es más, que se sienta cómoda en él. Nos sorprenden las cifras, y ojalá algún día sea complicado hacer una exhibición sobre las premiadas Nobel de todas las que son, pero casi nadie se para a pensar qué puede hacer para cambiar una realidad tan abrumadora... ¿tú ya lo has pensado?
Más información en El Joven Tintero.
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