¿Qué puedo hacer yo para reducir las nefastas consecuencias del cambio climático, si no tengo el poder de los gobiernos que legislan? ¿De qué sirve que yo reduzca mi huella ecológica o separe mis residuos, si no soy una de esas enormes y contaminantes industrias que emiten toneladas y toneladas de gases causantes del efecto invernadero? Diferenciar culpa de responsabilidad es el primer paso para no estancarnos y que el pesimismo derive en inacción. El divulgador Andreu Escrivà lo deja claro en su último libro Y ahora yo qué hago. Cómo evitar la culpa climática y pasar a la acción (Capitán Swing), en el que desarrolla en profundidad algunas acciones cotidianas para estar a la altura que exige la lucha climática: nadie es culpable del cambio climático, pero todos somos responsables y debemos hacer lo que esté en nuestra mano para intentar frenarlo y minimizar sus consecuencias. Estos son algunos de los pasos que permitirán avanzar en la misión.
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