lunes, 27 de septiembre de 2021

[Público] El PCE era una fiesta o los primeros 100 años del PCE

El centenario del Partido Comunista de España (PCE) ha pasado sin pena pero sí con gloria en el acto central de su celebración. En el auditorio Miguel Ríos, en Rivas Vaciamadrid, ha retumbado la voz de un plantel de primer orden: Enrique Santiago, secretario general del PCE y secretario de Estado para la Agenda 2030; Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Asuntos Sociales y vicepresidenta del Gobierno; Unai Sordo, secretario general de CC.OO.; Pepe Álvarez, secretario general de UGT; y Marga Sanz, coordinadora general de Esquerra Unida del País Valencià. Sus diatribas, conscientes del poder actual de los comunistas en el Gobierno, sin parangón desde los tiempos de la Segunda República, se han centrado en el pasado de la organización y su futuro, como si de un filosófico "¿de dónde venimos?" y ¿a dónde vamos?" se tratara. Sin embargo, el "¿quiénes somos?" ha quedado algo de lado: la palabra "marxismo" no se ha pronunciado en ninguna ocasión y las ansias de "socialismo" tan solo las ha explicitado Santiago.

Yolanda Díaz interviene en el acto central de la
celebración del centenario del PCE.- Guillermo Martínez
El retraso ha marcado la jornada repleta de abrazos, fotografías, arengas y encuentros. Abajo, unas 500 sillas blancas aguardaban a los militantes inscritos en la jornada. Más arriba, en las gradas, hasta 10.000 personas, tal y como afirman desde el Partido, se han concentrado para ejercitar la vista y poder otear al orador del momento. Silvio Rodríguez, el colofón de la histórica cita, ha marcado también su inicio cuando pasados 30 minutos de la hora del comienzo su voz y los instrumentos de su elenco han dejado de ensayar.

Los únicos que se han acercado a la prensa, mucho antes de que el sol cansara a los presentes, han sido los líderes sindicales y la ministra de Trabajo. A los tres les han preguntado sobre la situación de esa suerte de revolución institucional que son la continuidad de los ERTE y la subida del salario mínimo. La imprescindible correlación de fuerzas ahora se mide en declaraciones enfrentadas entre la patronal y las organizaciones laborales. La banalidad, en muchas ocasiones, es la única que no se puede levantar de la mesa de negociación.

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