"La cárcel era el único lugar en el que podías hablar libremente de política". Con estas palabras recuerda el eminente historiador Nicolás Sánchez-Albornoz su paso por la prisión de Alcalá de Henares, a donde fue devuelto tras ser interrogado en la franquista Dirección General de Seguridad. Le detuvieron, en 1947, cuando pertenecía a la Federación Universitaria Escolar (FUE) al pintar "¡Viva la universidad libre!" en la pared de la Universidad Central de Madrid. La prisión de Alcalá albergó a miles de presos políticos que esperaban en ella su juicio ante los tribunales militares durante el franquismo. Decenas de ellos murieron en las celdas por la falta de salubridad. A día de hoy, el edificio es el moderno Parador de la ciudad complutense. Ninguna placa recuerda las torturas y castigos que en ese lugar sufrieron los encarcelados a manos del régimen dictatorial.
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La zona del Parador de Alcalá de Henares en el que se ubican las habitaciones / Guillermo Martínez |
La historia se remonta al siglo XVIII, cuando cierra la antigua Universidad de Alcalá. El consistorio perdía, poco a poco, todo su pasado cultural forjado durante el Siglo de Oro. "Los Gobiernos de la época van a compensarlo con el establecimiento de acantonamientos militares, nuevas órdenes religiosas y una prisión", explica Julián Vadillo, historiador especializado en el movimiento obrero en la mencionada ciudad. Era la ciudad de las tres C: conventos, cuarteles y cárceles. El edificio que nos ocupa, situado en la céntrica calle Colegios, era uno de estos inmuebles abandonados hasta que se convirtió en prisión estatal.
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