jueves, 7 de julio de 2022

[Público] Sanfermines 78, historia de un crimen sin resolver

Ramón Vélez tenía 23 años cuando ocurrió. Ese 8 de julio de 1978 acudió a la plaza de toros de Pamplona sin saber que poco después saldría de allí en una ambulancia con una bala que le había atravesado hígado, estómago e intestinos. Casi medio siglo después, esa bala disparada por la Policía Armada sigue en su interior. Muy cerca de donde sufrió el impacto también estaba Jaime Zelaia, que a sus 11 años presenció unos hechos que le dejaron marcado de por vida: integrante de las peñas txikis, un duro golpe propinado en su espalda por alguno de los agentes que entró a cargar a la plaza de toros le tiró al suelo, lo que le provocó una desviación en la columna que todavía hoy le causa dificultosos estragos.

Se sabía que algo iba a pasar. Eran tiempos convulsos en los que Franco ya había muerto pero la actitud de las fuerzas del orden continuaba inalterable a los mandos de Rodolfo Martín Villa, ministro de la Gobernación en aquel momento y antiguo alto mando de la dictadura. Y pasó. Tras finalizar la corrida de toros, varios jóvenes enseñaron en el ruedo una pancarta que clamaba por la amnistía para los presos del franquismo, lo que suscitó un pequeño desencuentro con otras personas desde los graderíos. Según Vélez, ese mínimo encontronazo fue el pretexto que buscaban para provocar los disturbios de después que dejaron más de 150 heridos, once de ellos de bala, provocados por los 130 disparos de fuego real que se efectuaron en tan solo seis horas.

Uno de esos once heridos fue el propio Vélez, que en esos instantes desconocía el asesinato de Germán Rodríguez a consecuencia de un tiro en la cabeza. "Yo bajé al patio de caballos, donde escuché un gran alboroto. Vi a la Policía entrando por el portón principal de la plaza de toros y la lógica respuesta de los presentes con el lanzamiento de almohadas y algunos otros objetos a los agentes por su actuación. Cuando ya se habían replegado al callejón, recibí un impacto de bala", relata. Lógicamente, se cayó al suelo y varias personas le recogieron. En la enfermería de la plaza de toros, repleta del humo que la Policía había utilizado para dispersar a las personas, le dijeron que sería el primero en salir hacia el hospital en la próxima ambulancia disponible. Su caso era de los más graves.

Seguir leyendo AQUÍ

No hay comentarios:

Publicar un comentario