"Cualquier persona que pasee por allí se encontrará con acumulaciones de perdigones, son muy visibles", admite García, miembro de Ecologistas en Acción (EeA). El plomo es un metal altamente contaminante, por lo que se extiende por gran parte del Monte cuando hay lluvias y las bolitas caen por el cerro. "Resulta una vergüenza que ese mineral, ese metal, esté allí y haya contaminado la zona por siglos, incluso las raíces de los vegetales. Es algo que, además, se pueden comer las aves y los jabalíes", añade el mismo García.
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