Alberto Reyero observa a Isabel Díaz Ayuso y Enrique Ruiz-Escudero, en el pleno de la Asamblea / EFE |
El testimonio de una de las trabajadoras contratada como técnica de integración social que prefiere mantenerse en el anonimato por posibles represalias aporta algo de luz a lo que ocurre en el piso donde conviven, actualmente, diez adolescentes tutelados. "Yo entré a trabajar por la emergencia de la Covid, y al principio todo iba bien. Al poco tiempo, empezamos a ver que desde el centro estaban enviando informes con nuestra firma pero que nosotras no habíamos escrito a la Comunidad con un nivel máximo de manipulación, con juicios muy graves hacia los menores", comienza a relatar la trabajadora.
"En uno de los informes se llega a acusar a un chaval de que abusaba de sus compañeras, algo totalmente falso ya que de ser cierto lo hubieran puesto en conocimiento de la Fiscalía de menores. Además, hablamos con las chicas y estaban flipando, sobre todo porque alguna procede de familias en las que sí que se habían cometido abusos", explica la integradora social. Según su relato, el racismo también tiene cabida en el piso de menores ya que "a los chavales de origen extranjero no occidentales, sobre todo marroquís, no les atienden todas sus necesidades básicas". Además, el discurso de odio no solo está ligado a la raza, sino a la orientación sexual: "La coordinadora ha llegado a decirles "putos negros" o que no va a tolerar mariconadas cuando entró al piso un chaval gay", en los propios términos de la trabajadora.
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