jueves, 3 de septiembre de 2020

Todo puede ser cuando nada está

 No hay esqueleto que vertebre este cuerpo cansado de aullar con los ojos cerrados. Mis manos pasan frío cuando escupo una imagen malograda que tan solo es el reflejo de la frustración.

Una caricia puede ser hogar y una duda el destierro. Todo puede ser cuando nada está. 

La voz impoluta que a destiempo emana de mi garganta carcome el recuerdo. Susurro pensando en una piel que nunca quise que fuera mía pero sí deseaba tener entre mis dedos. ¿Cómo se distingue el sujeto deseado del sueño por cumplir?

Acortar el tiempo y el espacio por los medios equivocados hace que mis venas ebullan de inconsciencia. No es mi camino si no he elegido yo los pasos dados aun siendo consciente de que las huellas siempre me pertenecerán. La plaza recordará mis errores y diez mil losas de cemento atestiguarán el pasado del que huir.

La toxicidad entra por los poros menos insospechados. Alerta ante las emociones. Vivir el momento, y solo el momento, es el refugio de una rutina mentalmente sangrienta. Me ilusiona que puedo cambiar, otra vez, de nuevo.

No sé quién soy pero aquí me tienes. Estos labios siguen rezando a tus dioses.


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