jueves, 10 de noviembre de 2022

[Climática / La Marea] Radicalizar la protesta frente a la inacción climática

Víctor de Santos sabía que podía terminar encarcelado, pero eso no le paró. A sus 30 años, este investigador español que integra el movimiento Rebelión Científica se desplazó a Alemania junto a otros compañeros llegados de otros países para realizar acciones de desobediencia civil y así alarmar de la emergencia climática. Tras accionar la alarma de incendios en la conferencia anual de la Organización Mundial de la Salud en Berlín, se desplazaron hasta Múnich el 24 de octubre. Allí, en el museo de BMW, pegaron sus manos a uno de los coches más lujosos que había. Fueron 15 los detenidos y se pasaron más de una semana en prisión preventiva. “No queda otro remedio que escalar en las acciones si los gobiernos siguen sin poner medidas”, explica De Santos.

Momento de la protesta en el Museo d
el Prado. Foto: Cedida por Futuro Vegetal.
Un par de semanas antes, dos jóvenes de la organización Just Stop Oil lanzaban salsa de tomate al cuadro Los girasoles de Van Gogh en la National Gallery de Londres y se pegaban a la pared mientras reclamaban el cese de nuevas licencias de extracción de petróleo y gas. El 23 de octubre, otros dos activistas lanzaron puré de patata a un cuadro de Monet en el Museo Barberini, en Berlín. También exigían que la clase política tomara medidas para luchar contra la crisis climática. El pasado 5 de noviembre, una acción similar se desarrolló en el Museo del Prado de Madrid, entre la ‘Maja vestida’ y la ‘Maja desnuda’ de Goya. Dos activistas del colectivo Futuro vegetal se pegaron al marco de las obras y pintaron “+1,5 °C” en la pared. La chica y el chico fueron detenidos, al igual que otras dos comunicadoras que se encontraban cubriendo la protesta. En ninguno de estos casos los cuadros sufrieron desperfectos.

Bien es sabido que si no quieres las mismas respuestas, debes cambiar las preguntas. Eso es lo que piensan decenas de jóvenes organizados en sus países para alertar de la crisis climática, justo cuando se desarrolla la COP27 en Egipto. Cansados de que otro tipo de protestas pacíficas no surtan el mismo efecto que las relatadas, el activismo climático radicaliza su acción: “No escuchan las alarmas que lanzan los expertos, así que decidimos pegarnos a uno de los coches de lujo que gastan más recursos”, relata De Santos.

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