La entidad municipal aduce que "se quería poner orden y criterio a la distribución de las paradas para que en la parte central se diera mucha más visibilidad a los profesionales del libro", aunque algunos de ellos denuncian "privatización en la organización y prevalencia hacia aquellos agremiados". La Cámara del Libro de Catalunya, a su vez, confirma que es una entidad privada y que tan solo ha pagado la campaña de comunicación al Gremio para este Sant Jordi, y que son ellos los encargados de la organización. El Gremio, por su parte, se defiende al afirmar que entre los requisitos a la hora de determinar una parada de libros precede la cercanía de una sede física en el lugar en cuestión al hecho de formar parte de la organización, pero añaden que, en el caso de que dos entidades sean de Barcelona, aquella agremiada tendrá prioridad ante las demás. Por el momento, más de una decena de librerías y editoriales han publicado un manifiesto en el que destacan la "opacidad" en la gestión.
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