Los bomberos cambian el nombre a la plaza de Eibar / Archivo Municipal Eibar |
La República había llegado y Alfonso XIII marchaba al exilio. El júbilo inundaba las calles de las grandes ciudades y los pueblos más pequeños. Al son de la conocida Marsellesa y los compases de un no tan popular Himno de Riego, el advenimiento del nuevo régimen democrático ilusionaba a unas masas enfervorecidas que no dudaron en celebrarlo en las plazas.
Más allá de la estampa de una Puerta del Sol atestada de enorgullecidos demócratas ya bien entrada la tarde del 14 de abril de 1931, la proclamación de la República había empezado mucho antes en latitudes lejanas y repartidas por toda la geografía española. Las elecciones municipales del día 12, entendidas socialmente como un plebiscito entre monarquía y república, apenas dieron 24 horas de prórroga a un jefe de Estado herido de muerte.
Más allá de la estampa de una Puerta del Sol atestada de enorgullecidos demócratas ya bien entrada la tarde del 14 de abril de 1931, la proclamación de la República había empezado mucho antes en latitudes lejanas y repartidas por toda la geografía española. Las elecciones municipales del día 12, entendidas socialmente como un plebiscito entre monarquía y república, apenas dieron 24 horas de prórroga a un jefe de Estado herido de muerte.
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