sábado, 2 de abril de 2022

[El Confidencial] Lo que Madrid podría descubrir de sí misma con un equipo de arqueólogos propio

Cientos de metros de trincheras, búnkeres, fortines y refugios antiaéreos. Estas son algunas de las infraestructuras de la Guerra Civil que aún permanecen inexploradas en Madrid y que, si se consolida un equipo arqueológico propio del Ayuntamiento, podrían ponerse en valor. Esa es la idea que persiguen desde la Dirección General de Patrimonio Cultural del Consistorio, un reto que supondría dejar atrás el olvido institucional que ha sufrido la ciudad respecto a sus restos arqueológicos del periodo bélico, reconocen los investigadores. Una parte de la historia de Madrid, que fue la primera capital objeto de sitio militar en el siglo XX, todavía está por conocer.

Excavación de la trinchera en la UCM. (Álvaro Minguito)
Alfredo González Ruibal sabe bien el terreno que pisa. Arqueólogo del Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit) del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha llevado a cabo numerosas excavaciones en la ciudad. “A parte de que Madrid fue la primera ciudad sitiada, como luego vimos en Sarajevo, Alepo y ahora en Kiev, la ciudad sufrió casi tres años de guerra con un frente estable, así que los restos son numerosos”, explica el experto. Estos restos, además, tienen una característica que juega a su favor, pues se ubican en zonas en las que no se ha construido posteriormente, por lo que su grado de conservación es elevado, como no ocurre en Berlín y Londres, por ejemplo.

Sin ir más lejos, la Casa de Campo podría describirse como un paisaje fosilizado de la Guerra Civil: “Es un sitio único en el que todavía se pueden apreciar las diferentes fases del conflicto y cómo cambió la concepción del mismo. Está ubicada desde la primera trinchera donde se frenó a las fuerzas sublevadas en noviembre de 1936 hasta todos los restos de la logística militar franquista, como caminos, fortines antitanques y un largo recorrido de trincheras”, relata el arqueólogo. Él fue quien intervino hace seis años en esa primera trinchera de la que habla, y desde su punto de vista “lo que hace falta es un plan de difusión y puesta en valor de los restos, muchos de ellos visibles en superficie, pero que es necesario señalizarlos para que la gente los pueda reconocer”.

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