Ahora tiene 70 años, pero en febrero de 1977 se encaramó a lo más alto de la madrileña prisión de Carabanchel para denunciar el maltrato sistemático que sufrían en la cárcel y reclamar su liberación mediante la amnistía que nunca llegó. A finales del franquismo había más de 14.000 presos entre sociales y políticos. Tras la muerte del dictador y pese a la promulgación de tres amnistías y un indulto, siguieron encarcelados más de 8.000 presos sociales. Uno de ellos fue Agustín Moreno, que entró en Carabanchel el 26 de noviembre de 1974, dice con exactitud.
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