Eran mujeres con niños y niñas, ancianos y ancianas, procedentes de todas las regiones cercanas. Málaga llegó a duplicar su población aquellos días, incluso las iglesias abrieron para dar cobijo a las personas que huían de la barbarie de los alzados. No les quedaba otra que salir hacia Almería. El 7 de febrero a las 14.00 horas salieron los últimos refugiados, y no dejaron de llegar a Almería hasta el día 12. "Fueron masacrados por la aviación alemana e italiana, y bombardeados desde el mar. Era una columna de más de 30 kilómetros de personas que tan solo quería salvar su vida y huir de la barbarie de Queipo de Llano y el ejército marroquí", relata Rafael Morales, presidente tanto de la asociación memorialista que organiza el Congreso como de su comité organizador.
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