ETA sostuvo, como hizo hasta tantos años después, que la situación no era otra que una guerra abierta frente al Estado español y no dejarían sus métodos revolucionarios hasta la consecución de la independencia y el socialismo de una Euskadi ampliada. ETApm, en cambio, prefirió que la estrategia política estuviera por encima de la estrategia armada, al contrario que sus antiguos compañeros, que supeditaban la política a los intereses de ETA militar.
"Con el tiempo las diferencias se acentuaron. ETA apadrinará y luego tomará el control de Herri Batasuna, coalición a la que le impedirá participar en política. Por otra parte, ETApm también comete atentados, pero acepta ejercer de obediente a la retaguardia de la coalición Euskadiko Ezkerra, y esa es la diferencia que explica por qué una se disuelve en 1982 y la otra no", relata el historiador Gaizka Fernández, responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
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