Antes de todo, Pablo Olalquiaga, vicedecano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), aporta un matiz a la cuestión: “Ese brutalismo asociado generalmente a piezas de hormigón armado y de una magnitud considerable realmente no fue bautizado como tal por los propios arquitectos”. Teniendo en cuenta esto, al experto no le pasa desapercibido lo primero que le vendrá a la cabeza a cualquier persona que le hablen de arquitectura brutalista, imaginándose una mole de hormigón visto y, quizá, grandes voladizos y estructuras llamativas.
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