[Escrito junto a Alfredo Pascual]
Si está cansado de escuchar hablar del lenguaje inclusivo, la ley del solo sí es sí o el debate trans, prepárese porque se viene la madre de todas las guerras culturales: abolir la prostitución. El proyecto de ley, que se perfila como una de las grandes cuestiones antes de elecciones, hace extraños compañeros de cama: Vox podría votar junto a Bildu y el PP de la mano del PSOE.
Ningún partido se libra del debate interno entre las posiciones abolicionistas, que buscan perseguir a los proxenetas y sancionar a clientes y caseros de puticlubes, de los postulados regulacionistas, que prefieren que se legalice la actividad y solo se penalice la trata de seres humanos. En el primer grupo están el PSOE y una parte mayoritaria de Unidas Podemos que incluye a Irene Montero. También el Partido Popular y Vox, aunque su posición ha penduleado en el último año. Enfrente tienen a los partidos independentistas, que temen que un texto abolicionista perjudique a las trabajadoras sexuales, apoyados por sectores transversales del resto de los partidos de la Cámara.
Ningún partido se libra del debate interno entre las posiciones abolicionistas, que buscan perseguir a los proxenetas y sancionar a clientes y caseros de puticlubes, de los postulados regulacionistas, que prefieren que se legalice la actividad y solo se penalice la trata de seres humanos. En el primer grupo están el PSOE y una parte mayoritaria de Unidas Podemos que incluye a Irene Montero. También el Partido Popular y Vox, aunque su posición ha penduleado en el último año. Enfrente tienen a los partidos independentistas, que temen que un texto abolicionista perjudique a las trabajadoras sexuales, apoyados por sectores transversales del resto de los partidos de la Cámara.
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