miércoles, 19 de julio de 2023

[Ethic] Sergio Rubira: "Hoy son cursis los memes de gatitos y las 'cupcakes', magdalentas que aparentan ser pasteles de alta cocina"

No fue hasta mediados del siglo XIX cuando el querer y no poder que tanto había perseguido a ciertas personas tomó forma de vocablo: cursi. La cursilería nacía como el trampantojo social que impregnaba la mayoría de estratos sociales de la época en una España analfabeta y envidiosa de Francia. La apariencia, por fin, tenía nombre. Ramón Gómez de la Serna abrazó este concepto que, por otro lado, también estuvo presente en Bécquer, Lorca, Luis de Madrazo o, más cercano en el tiempo, Costus. Sergio Rubira es el comisario de la muestra que aborda ahora lo cursi, sus connotaciones y genealogía en CentroCentro, en Madrid, ‘Elogio de lo cursi‘. Aquí, el experto desgaja cómo el afán por el deseo de parecer alguien que no se es estuvo presente en conservadores y progresistas, en proletarios, y en pintores y escritores. Entre otras tantas cosas, Rubira defiende que lo cursi no ha muerto, sino que se ha reencarnado en cupcakes y memes de gatitos.


La mayoría de las personas han dicho en algún momento de su vida que algo es cursi, seguramente desconociendo que el concepto procede de la situación económica y social que se vivía en España en el siglo XIX. ¿Cuál es el nacimiento real de «lo cursi»?


Sobre el origen de la palabra existen dos teorías diferentes. Una de ellas se asocia al uso de la letra cursiva, algo de origen inglés y muy utilizada en los tratados comerciales. Se trata de una letra difícil de imitar, con muchos floreos. No hay que olvidar que en el siglo XIX todavía había altas tasas de analfabetismo en España y mucha gente no sabía leer ni escribir, por lo que no todo el mundo era capaz de hacer esta letra cursiva. Parece que de cursiva, cuando estaba mal hecha, terminó convirtiéndose en cursi.

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