lunes, 3 de julio de 2023

[Público] Pablo del Hierro: "Dos organizaciones neofascistas competían en Madrid para ver quién era más radical"

Madrid pasó de ser la capital mundial del antifascismo en 1939 a convertirse en el lugar que decenas de fascistas elegían para residir o, al menos, utilizar como vía de escape.

Cambiar la imagen de la ciudad fue más fácil gracias a todos los contactos que el régimen franquista establecía con diversos de los perseguidos en Europa tras el triunfo de los aliados.

Nazis condenados a muerte campaban a sus anchas por la capital de España amparados por una extensa red de extrema derecha. La genealogía solo acababa de empezar. Luego llegó Blas Piñar y el movimiento skinhead.

El maremágnum que se formó todavía tiene reminiscencias en el presente. Sobre todo ello habla Pablo del Hierro en Madrid, metrópolis (neo)fascista. Vidas secretas, rutas de escape, negocios oscuros y violencia política (1939-1982) (Crítica, 2023).

El autor recibe a Público para entender mejor el papel que esta ciudad jugó para dar alas al movimiento fascista, también a nivel internacional.

Pablo del Hierro Lecea, autor del libro 'Madrid, metrópolis (neo)fascista:
Vidas secretas, rutas de escape, negocios oscuros
y violencia política (1939-1982)' (Crítica, 2023). — EDITORIAL CRÍTICA

A sus 18 años ya había tenido varios incidentes relacionados con la extrema derecha en Madrid. ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Le marcó de alguna forma para realizar esta investigación?

Yo recuerdo que siempre circulaban algunas historias sobre sus acciones, sobre todo en ciertos barrios y lugares, como los aledaños al Santiago Bernabéu, la plaza de los Cubos, los bajos de Argüelles y Moncloa.

Había crecido con esas historias hasta que un día, volviendo de El Rastro con dos amigos, nos cruzamos con grupos de skinheads alrededor de la estatua ecuestre de Franco que había en Nuevos Ministerios.
Uno de mis amigos llevaba una camiseta roja de Rise Against the Machine con la imagen del Che Guevara, y nos tocó correr. También tuve que correr cuando me los crucé en el intercambiador de Moncloa. Yo iba a la sierra y ellos de peregrinación al Valle de Cuelgamuros.me avergüenza como atlético. Yo estaba en el campo cuando Bastión, que formaba parte del Frente Atlético, mató a Aitor Zabaleta.

Eso ha quedado en mi mente y, aunque no es lo único, sí ha sido una de las cosas que me ha empujado a escribir este libro para entender la presencia de la extrema derecha en la ciudad de Madrid, que era tan visible cuando yo era joven.

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