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Luis Tosar como Ibon Etxezarreta y Blanca Portillo como Maixabel Lasa, en la película de Bollaín. (EFE) |
La historia de Maixabel Lasa es conocida, gracias en buena medida a la película homónima de Icíar Bollaín, pero en todo este proceso la labor de estos mediadores ha pasado casi desapercibida en las crónicas.
"Todo empezó gracias a cierta conciencia de jueces y fiscales que daban cabida a la justicia restaurativa, aunque la realidad judicial no la ampare", comenta a El Confidencial Txema Urkijo, promotor de los encuentros restaurativos en Euskadi en su calidad de, por aquel entonces, asesor de la Dirección de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno de la región. Urkijo lo hizo al declararse cansado de una Justicia ordinaria en la que la víctima es únicamente un sujeto pasivo, que declara ante un juicio o reclama una indemnización. Él abogaba por dar una respuesta a sus necesidades de justicia, eso sí, con la intervención de las personas que las convirtieron en víctimas.
"Todo empezó gracias a cierta conciencia de jueces y fiscales que daban cabida a la justicia restaurativa, aunque la realidad judicial no la ampare", comenta a El Confidencial Txema Urkijo, promotor de los encuentros restaurativos en Euskadi en su calidad de, por aquel entonces, asesor de la Dirección de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno de la región. Urkijo lo hizo al declararse cansado de una Justicia ordinaria en la que la víctima es únicamente un sujeto pasivo, que declara ante un juicio o reclama una indemnización. Él abogaba por dar una respuesta a sus necesidades de justicia, eso sí, con la intervención de las personas que las convirtieron en víctimas.
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