Los cambios en la orientación económica de España en la década de 1960 (los cambios políticos serían mucho más tibios) propiciaron la emergencia de nuevas inquietudes sobre el destino que, poco más tarde, correría el país. «Se trataba de enlazar el exilio con lo que ocurría en el interior. Había que romper esa distancia, encontrar un lenguaje común», agrega Sánchez-Albornoz, una de las dos únicas personas que consiguieron escapar con éxito del Valle de Cuelgamuros, donde había sido destinado a realizar trabajos penitenciarios.
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