jueves, 9 de diciembre de 2021

[El Confidencial] La castaña callejera de Madrid: "El dueño tiene cámaras con micrófono en el puesto"

A veces como premio, otras por costumbre, las que menos por vicio, la mayoría como capricho. El cucurucho de castañas asadas ha vuelto por el advenimiento de la Navidad. Tenderos y dependientes que soportan décadas de castañas callejeras en sus manos vuelven a poblar las esquinas de las plazas más concurridas, allá donde no estorben a ningún glamuroso escaparate lleno de luces, bolas, papanoeles y ropa, mucha ropa. La artificiosidad se mide en experiencia, aquí también, aunque cada vez son menos los propios dueños de los tenderetes que atienden a los compradores ávidos de calor en sus manos. Cuidado con hablar muy alto, alguno de estos propietarios ha instalado cámaras con micrófono dentro de los pequeños habitáculos.

Alfredo Sanguino, atendiendo su puesto de castañas
desde hace 17 años (G.M)
Chencho Martínez nació en una churrería. Su madre le trajo al mundo entre los aromas de la feria y la verbena, diversión a tutiplén en unos tiempos en los que aún se celebraban los santos como Dios mandaba, es decir, venerando el verbo pero no la carne. Eso es lo que se desgrana de las palabras de este castañero que, sentado en un taburete, se fuma un cigarro mientras su ayudante despacha a los transeúntes. "Mi abuela ya era castañera, de ahí mi madre, y ahora estoy yo", relata a sus 60 años. Más de medio siglo en un hombre algo cansado de las luces, tanto de las bombillitas que alumbran las fiestas patronales como las de Navidad: "Estar aquí me causa cierta nostalgia, claro que sí, pero la ilusión se va apagando. La edad te va poniendo en su sitio", relata.

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