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Ruinas de Polvoranca / Guillermo Martínez |
Las abejas son las únicas que trabajan, tal y como indica una señal, dentro de los límites de la valla en repetidas ocasiones parcheada. El consistorio decidió instalar el apiario municipal en las ruinas de Polvoranca. La fauna y flora del lugar también realizan su cometido: las palomas anidan en lo más alto de los restos del antiguo templo, hoy desacralizado, atisbando las 150 hectáreas de parque que los rodean, mientras que los vestigios del antiguo poblado anexo a la iglesia apenas pueden ser reconocidos entre la maleza y los escombros allí vertidos.
La Plataforma Salvemos Polvoranca inició su andadura en 2016 con el objetivo de recuperar el espacio. Antonio Delgado fue su portavoz hasta hace unos días, cuando al recorrer la zona constató el estado de abandono en el que se encuentra: “Han podido conmigo. A mis 70 años, yo ya no estoy para estas cosas”, declara. Aun así, saca algo de aliento, pues el enfado persiste, para enseñar el “ataque medioambiental” que supone no intervenir desde el Ayuntamiento. “Solo queríamos darle cierto grado de historia al lugar, que se recuperara el entorno y se integrara lo poco que quedan de las ruinas en el conjunto del Parque”, explica este leganense. No fue posible.
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