A la hora de abordar la conversación sobre la corrupción en España, puede llegar a parecer que lo se denosta es el país en sí y no esa práctica en concreto. Pero antes de ahondar en ello, ¿cuáles son las fortalezas democráticas del país?
Este no es un libro amable ni pretende serlo, porque aborda la corrupción a lo largo de la historia más reciente de España y toda esta historia es compatible con los principios democráticos ya asentados en el país y las mejoras que se han producido en cada uno de los contextos. España tiene valoraciones muy positivas en los principales indicadores internacionales en materia de calidad democrática; estamos entre los primeros diez países en limpieza en procesos de elección, eficiencia en la organización de las elecciones a todos los niveles y también respecto al pluralismo político. Esto es algo muy positivo si tenemos en cuenta que en el siglo XIX éramos un país muy atrasado. El término ‘pucherazo’ viene de esos tiempos en los que la corrupción era absoluta. Sin embargo, esos mismos indicadores nos dicen que tenemos problemas de corrupción y de debilidades institucionales en materia de separación de poderes y solidez en los organismos de control.
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