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Vista actual del torreón sobre el puente de Alcántara. (Cedida) |
María Ropero jamás se imaginó que se colocaría un arnés para rehabilitar almenas que datan del siglo XIII. "Con medio cuerpo por fuera decías, jopé, esto me encanta, aunque los 40 grados al sol que han hecho no ayudaban. Al final, todo ha sido muy gratificante", dice al recordar los momentos en los que ha estado en lo más alto de la torre-puerta, a unos 30 metros sobre el nivel de la ribera del Tajo. Ella tiene 27 años y vive en un barrio "un poco conflictivo", así que las condiciones de trabajo en su trayectoria laboral no han sido las que ella esperaba. "Esto ha sido diferente gracias a la Escuela de Formación y Empleo Municipal de la ciudad, desde donde recibimos una formación en albañilería clásica", completa.
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