Mucho se escribió sobre la dictadura y un periodo más transicionero que transicional a partir de 1975. Ahora, ese hueco reservado en las estanterías para un relato jamás contado con tanta profesionalidad, cuidado y honestidad se ve ocupado por este volumen de 53 capítulos y un total de 617 páginas. «En los 90 aún quedan residuos de los años anteriores, de Fuerza Nueva y el Frente de la Juventud, también algunos falangistas y franquistas, pero empieza a surgir una nueva ultraderecha muy parecida a la europea», comenta el escritor.
Los fascistas empiezan a utilizar métodos como introducirse en hinchadas de fútbol, imitar la estética skin o difundir sus ideas mediante fanzines. Todos ellos son medios para fortalecer su camaradería, el grupo imprescindible que después actuaría con extremada violencia hacia la izquierda y los colectivos
más vulnerables. Según el propio Ramos, «actuaban con total impunidad; había palizas, asaltos a bares o lugares de izquierdas, incluso asesinatos como el de Lucrecia Pérez, Sonia Rescalvo, Guillem Agulló o Richard Rodríguez, también agresiones a personas sin hogar, prostitutas y toxicómanos, gente que
sabían que no lo denunciarían».
Los fascistas empiezan a utilizar métodos como introducirse en hinchadas de fútbol, imitar la estética skin o difundir sus ideas mediante fanzines. Todos ellos son medios para fortalecer su camaradería, el grupo imprescindible que después actuaría con extremada violencia hacia la izquierda y los colectivos
más vulnerables. Según el propio Ramos, «actuaban con total impunidad; había palizas, asaltos a bares o lugares de izquierdas, incluso asesinatos como el de Lucrecia Pérez, Sonia Rescalvo, Guillem Agulló o Richard Rodríguez, también agresiones a personas sin hogar, prostitutas y toxicómanos, gente que
sabían que no lo denunciarían».
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