miércoles, 10 de agosto de 2022

[Público] La marca en la frente que dejaron los campos franquistas de trabajo forzado

Ahí continúan las grandes edificaciones levantadas con el poco sudor que les quedaba tras haber luchado por la República. Miles de kilómetros de vías ferroviarias, decenas de puentes y mausoleos faraónicos como el del Valle de Cuelgamuros son solo algunos ejemplos de ello. Apenas nada recuerda esta parte de la historia, a la par que los destacamentos penitenciarios repartidos por toda España caen en el olvido si alguna asociación memorialista no los recuerda y pone en valor. Pero eso tan solo es una parte de la historia, una experiencia que marcó a los prisioneros y también a sus familias que fueron detrás de ellos, de campo en campo, esperando el día en que salieran. Fuera esperaba la vida.

Pedro Monje tiene 75 años y la voz algo quebrada. Sus progenitores eran labriegos al estallar la Guerra, en 1936. Vivían en La Pueblanueva, en Toledo, y Domingo Monje, el padre, no dudó en defender la legalidad vigente. Apenas tienen fechas concretas, pero piensan que al terminar la guerra, en 1939, cayó cautivo del bando sublevado y, para entonces, ya victorioso. "Entonces comenzó un recorrido carcelario tormentoso, pasó por Talavera y el penal de Ocaña, y muchos centros más", relata Pedro.

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