La marcha está convocada después de haber analizado “la doble vertiente de clase que tiene el incremento de los salones de juego en los barrios más humildes de Madrid”, declara Kike Bravo, un activista integrado en el comité organizador. Irene, miembro de la Plataforma contra las casas de apuestas surgida tras aquella primera asamblea primaveral, añade que en el mismo problema se juntan la precariedad con la juventud “por las faltas de ocio en los barrios de la periferia", denuncia la activista.
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