La acción de ese día pronto se frustraría y el número 42 de la calle La Macarena, donde hacía años estaba ubicado un importante centro social ocupado de la ciudad, jamás daría techo a personas en situación de calle. Un error en las indagaciones previas a la ocupación hizo que todo saltara por los aires. Esos pisos no pertenecían a un fondo de inversión, sino a una inmobiliaria que ya los había empezado a vender. Después, descubrieron que algunos de sus dueños eran los policías que frustraron la acción.
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