Recapitulemos. Aparece en televisión un vídeo grabado por la Policía Nacional con varios agentes de espaldas irreconocibles, en un club, en algunos pisos. Están desarticulando una red de trata que explotaba sexualmente a mujeres, normalmente migrantes. Y ahí se queda la noticia. Y luego, ¿qué ocurre con esas mujeres? Algunas de ellas terminarán en los pisos de tutela de APRAMP. Tienen cuatro en la capital con capacidad de hasta cinco mujeres en cada uno. "Hacen con ellas lo mismo que en la red de trata. Les quitan el móvil y su identificación, les controlan las comunicaciones y se las restringen como si fuera un privilegio", explica una educadora social que durante los ocho meses que estuvo en APRAMP trabajó en los cuatro dispositivos.
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