viernes, 21 de mayo de 2021

[El Confidencial] La vida (restringida) en pisos tutelados para las mujeres liberadas de explotación sexual

Les quitan su dinero e identificación, si la tienen, al entrar en el piso. No reciben cinco comidas diarias. Hablan por teléfono unos minutos a la semana con sus familiares. La puerta de su casa está cerrada con llave. Está prohibido que salgan solas a la calle. Las galletas, en el desayuno, están contadas, y se penaliza si se guardan alimento para improvisar un mínimo almuerzo. Así se expresan antiguas trabajadoras de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP) sobre la situación de las mujeres que ya han sido liberadas. Todas anónimas, menos una de ellas, y procedentes de diferentes pisos tutelados, más de 40 testimonios denuncian el trato que la asociación les daba como profesionales, pero también el que recibían las usuarias.

Recapitulemos. Aparece en televisión un vídeo grabado por la Policía Nacional con varios agentes de espaldas irreconocibles, en un club, en algunos pisos. Están desarticulando una red de trata que explotaba sexualmente a mujeres, normalmente migrantes. Y ahí se queda la noticia. Y luego, ¿qué ocurre con esas mujeres? Algunas de ellas terminarán en los pisos de tutela de APRAMP. Tienen cuatro en la capital con capacidad de hasta cinco mujeres en cada uno. "Hacen con ellas lo mismo que en la red de trata. Les quitan el móvil y su identificación, les controlan las comunicaciones y se las restringen como si fuera un privilegio", explica una educadora social que durante los ocho meses que estuvo en APRAMP trabajó en los cuatro dispositivos.

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