Los primeros brigadistas internacionales caídos en la defensa de Madrid en 1936 y 1937 fueron a parar al cementerio de Fuencarral, por entonces un municipio independiente de la capital. Hasta 451 cuerpos de nacionalidades como la inglesa, estadounidense, alemana, francesa, argelina, yugoslava y chipriota terminaron enterrados ahí con una inscripción que les identificaba o, al menos, apuntaba todos los datos conocidos de cada antifascista. “Cuando se perdió la guerra, los franquistas arrasaron con todo lo que oliera a memoria republicana”, cuenta Patricia Ure, secretaria de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI).
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