sábado, 19 de marzo de 2022

[Público] Miguel Í. Campos: "La República se vio abocada a aceptar chantajes y sobornos en el mercado negro de armas"

Las últimas investigaciones, mucho más certeras que las realizadas durante el franquismo, apuntaban que la asimetría entre el armamento recibido por los sublevados era incomparable con el que recibió la República por parte de la URSS y México. El pacto de no intervención, que no fue respetado, propició que los exaltados pudieran defenderse y atacar con un material bélico incomparable respecto al de los republicanos. Miguel Í. Campos, doctor en Historia Contemporánea, escarba en las operaciones que llevó a cabo el Gobierno legítimo de España para hacerse con un armamento que les negaban las democracias europeas y que nunca llegó en óptimas condiciones. Ahora, publica Armas para la República. Contrabando y corrupción, julio de 1936 – mayo de 1937 (Crítica, 2022) con todos los detalles sobre su investigación.

Empezamos con una mentira: la Italia fascista y la Alemania nazi apoyaron con tropas y armamento al bando sublevado después de que Francia hiciera lo mismo con el Gobierno republicano. De hecho, los exaltados contactaron con estos regímenes dictatoriales antes del golpe de Estado. ¿Cómo se desarrollaron estos hechos?

No es ninguna novedad señalar que la historia la escriben los vencedores, y aquí tuvimos 40 años de victoria y manipulación historiográfica. Ya en los años 60, gracias a los denominados hispanistas, cambia el paradigma a la hora de analizar lo que ocurrió en la Guerra Civil.

Hoy en día no queda ninguna duda de que la ayuda nazifascista fue pionera y primera, y no respondió a ninguna respuesta de intervención francesa. Todo apunta en el sentido contrario: la ayuda nazi se debió más al azar que a esos contactos previos que mantuvieron los sublevados porque no dieron sus frutos originalmente. En cambio, la Italia fascista mantiene contactos con los exaltados desde el mismo mes de mayo de 1931, días después de la proclamación. Esos contactos se hacen más fuertes en 1934, cuando llega la derecha al Gobierno español y cristalizan el 1 de julio de 1936, una quincena antes del golpe de Estado.

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